Por Magdalena Peña
En el fascinante cruce entre la creatividad musical y los avances tecnológicos, surge un caso que ha encendido el debate dentro de la industria musical. ¿Cómo se equilibra la creatividad humana y el potencial disruptivo de la Inteligencia Artificial en la industria musical?
«Caso Flow GPT: La zona gris de la música con inteligencia artificial»
En Santiago Centro, Mauricio Bustos (30) un productor y cantante chileno dio origen a una historia que fusiona la música con las posibilidades que brinda la inteligencia artificial. Hace más de una década, Mauricio instaló un set de grabación en su pequeña habitación, donde buscó reinventarse y explorar nuevas dimensiones en el ámbito musical. Guiado por su ingenio y respaldado por el software Kits y su computadora, dio vida a Flow GPT, un artista que llega a «revolucionar la industria musical», según comenta. Aunque las siglas de su nombre hacen referencia a Chat GPT, una inteligencia artificial destacada, Mauricio le otorgó su propio significado: Generador Preentrenado de Temazos.
El inicio de su travesía musical tuvo lugar en mayo de 2023 con el lanzamiento de su primer tema. Sin embargo, no fue hasta la llegada de ‘’Demo 5: NostalgIA’’ que Flow GPT capturó la atención de todo el internet al incorporar las voces generadas por inteligencia artificial de artistas como Justin Bieber, Daddy Yankee y Bad Bunny. La canción se convirtió rápidamente en un fenómeno viral, escalando a las cimas de las listas de reproducción en Spotify. No obstante, aquella vez Bad Bunny expresó su descontento a través de su grupo de WhatsApp, y su respuesta no fue lo que Mauricio esperaba: ‘’Si a ustedes les gusta esa mierda de canción que está viral en Tik Tok, sálganse de este grupo ahora mismo. Ustedes no merecen ser mis amigos’’.
La encrucijada ética
Fernanda López, abogada especializada en propiedad intelectual, explica que todo lo relacionado con la inteligencia artificial y la industria musical está en una zona gris, ya que no existe ninguna regulación al respecto. En este contexto, López enfatiza que: “Mauricio tiene derechos de autor sobre su canción. Él creó la letra y la compuso, por lo que es el titular de los derechos de autor sobre ella. Bad Bunny podría tomar acciones legales por el uso de su voz sin autorización, pero desde el punto de vista del derecho a la personalidad y a la propia imagen. El problema es que en Chile el derecho a la imagen no está regulado”.
Aunque la abogada aclara que los derechos de autor no abarcan la voz en sí misma, sino la letra y composición, el caso del «Demo 5: NostalgIA» plantea cuestionamientos sobre la originalidad y propiedad en la clonación vocal. A pesar de esta aclaración, Bustos tomó medidas preventivas al crear un timbre de voz único para Flow GPT, buscando evitar posibles disputas con otros artistas.
El resultado fue «DemocracIA», donde todas las canciones de Flow GPT fueron regrabadas con este nuevo timbre de voz distintivo. Sin embargo, este esfuerzo por prevenir conflictos legales se vio interrumpido cuando el demo fue retirado de todas las plataformas digitales días después de su lanzamiento. Ante esta situación, Mauryceo, como es conocido en la escena urbana, reafirma su determinación: «No importa, voy a seguir intentándolo y no van a lograr apagar a Flow GPT».
En la creación de las canciones de Flow GPT, Bustos hace uso de la herramienta Kits, una inteligencia artificial que se especializa en modificar el timbre de voz. El estilo y el flow de cada artista deben estar presentes en el audio original, y eso es precisamente lo que Mauryceo ha conseguido. La letra, escrita hace dos años, fue el punto de partida de un proceso que demandó semanas de dedicación. “Primero tuve que actualizar la letra y luego grabar las partes de cada artista imitando su estilo al cantar, lo cual resultó ser la parte más difícil. Luego lo subí todo a Kits, y esta inteligencia artificial se encargó de perfeccionar el audio», explica Mauryceo.
Desafíos legales
Los avances de la inteligencia artificial presentan un impacto en todas las etapas de la creación musical. Según Gonzalo Bustos, investigador del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), los desafíos centrales de la IA en la industria musical giran en torno a preservar la creatividad humana y garantizar la compensación justa, especialmente cuando se utilizan modelos de IA para generar material musical. «Creo que como sociedad debemos tener un diálogo abierto de cómo queremos que la IA se vaya desarrollando y regulando. En los próximos años veremos un aumento significativo de nuevas plataformas que faciliten la creación de material audiovisual y es necesario tener un marco legal”, destaca el investigador.
Si bien Chile no cuenta con una regulación legal en materia de inteligencia artificial, existe un proyecto de ley (Boletín n° 15869-19) que busca “regular los sistemas de inteligencia artificial, la robótica y las tecnologías conexas, en sus distintos ámbitos de aplicación”, y propone la creación de una Comisión Nacional de Inteligencia Artificial. El proyecto fue presentado en abril del año pasado y actualmente se encuentra en su primer trámite constitucional.
«La inteligencia artificial avanza rápidamente, con promesas y riesgos. Es urgente regular su aplicación para proteger derechos fundamentales y abordar implicancias éticas y jurídicas. Nuestra propuesta busca establecer soberanía digital, permitiendo al Estado regular el desarrollo, distribución y uso de esta tecnología. Establecemos límites y requisitos para garantizar un entorno seguro y ético en su implementación”, comenta el diputado y uno de los autores de la moción, Eric Aedo.
Según la abogada Fernanda López, el artículo 10 del proyecto de ley podría tener implicancias significativas en la carrera y funcionamiento de Flow GPT. Este artículo establece que cualquier desarrollador, proveedor o usuario de sistemas de inteligencia artificial, debe obtener autorización previa de la Comisión Nacional de Inteligencia Artificial antes de iniciar el desarrollo, comercialización, distribución y utilización de estos sistemas.
La Comisión tiene un plazo de 60 días para pronunciarse sobre las solicitudes, pudiendo aprobarlas, rechazarlas o realizar observaciones. “Esta regulación podría impactar la agilidad y autonomía con la que Flow GPT actualmente opera, al introducir procesos burocráticos que podrían afectar su capacidad para lanzar y distribuir nuevas creaciones de manera rápida y eficiente”, explica la abogada en propiedad intelectual.
Flow GPT haciendo historia.
A diferencia de la controversial reacción de Bad Bunny frente a la clonación de su voz con inteligencia artificial, Jordan 23, reconocido cantante chileno y también objeto de la simulación vocal por parte de Mauryceo, tuvo una respuesta sorprendentemente positiva: “Le pareció muy entretenida la canción y quedó impresionado, hasta pensó que era él realmente”, revela su tío y manager Marco Carrasco. En una entrevista con Radio Activa, Jordan compartió su perspectiva: “No me enojo, si hacen algo así es porque te apoyan y les gusta tu música, así lo veo yo”.
De hecho, en un giro inesperado el artista urbano chileno invitó a Maury a presentarse en su primer concierto en el Movistar Arena. “Fue un honor sentir ese apoyo. Pero le dije que el artista es Flow GPT, no yo”, comenta Mauricio. Cumpliendo la promesa, el 23 de noviembre de 2023, Flow GPT se presentó brevemente en el Movistar Arena, donde más de 16 mil personas corearon “Demo 5: NostalgIA” y la parte de Jordan 23 en “Demo 4: BellaK.O”, convirtiendo el sueño de Mauricio Bustos en realidad.
A pesar de los desafíos legales, Flow GPT ya ha dejado su huella en la historia musical. La invitación de Jordan 23 a Maury para presentarse en el Movistar Arena simboliza la aceptación y aprecio dentro de la comunidad.
Un artista que interpreta las creaciones de una inteligencia artificial en un escenario masivo, marcando un hito en la evolución musical. “Flow GPT emerge como un pionero, desafiando las normas y explorando el infinito potencial de la inteligencia artificial en la música”, comenta el investigador del CENIA, Gonzalo Bustos. El espectro de posibilidades se amplía, pero las armonías éticas y legales aún están por definirse mientras la música del futuro se compone entre bits y bytes.