Cambiar los guantes, el barro y el balón de fútbol por un megáfono y los discursos políticos no es algo que se vea todos los días. Más inaudito aún es que ese tránsito sea exitoso. Javier Milei, el político del momento en Argentina que arrasó en las primarias presidenciales, esconde un futbolero pasado.
Hace cuatro décadas, mucho antes de convertirse en el economista ultraliberal que es hoy, el barro de la cancha del Club Atlético Chacarita Juniors veía nacer un arquero con potencial. Los caminos de la vida lo llevaron desde la portería a la delantera, pero de las encuestas presidenciales. Sus ex compañeros de equipo recuerdan sus andanzas y locuras con la camiseta del equipo identificado con los cementerios y que es conocido como «El Funebrero».
«Al arco era exactamente igual a como es en la vida. Se tiraba para todos lados, no le importaba nada. Era de esos tipos fuertes, grandote, medio loco. Por eso le decíamos El Loco Milei. Y era buen arquero más encima», indicó Gabriel Bonomi, ex compañero de camarín de Javier, en declaraciones que reproduce Infobae.
Su paso por el fútbol fue éxitoso. Con Chacarita conquistó varios títulos en divisiones inferiores, categoría en la que se medían contra rivales de temer. «Nosotros nos enfrentábamos con el River Plate de Juanjo Borreli y el Vélez Sársfield del Cholo Simeone. También estaban Fernando Gamboa (Newell’s Old Boys), el Negro Astrada (River Plate). Eran unos equipos terribles que te pintaban la cara por momentos», recordó Omar Corsaro, excompañero de Milei y quien sí debutó en primera división.
Viejos, sus queridos viejos
Sus amigos recuerdan la presencia de los padres de Milei dentro de su camino futbolístico. «Eran dos divinos, y dos ejemplos. Iban a todos lados como los viejos de muchos. Ellos pertenecían en su momento a una especie de subcomisión de futbol de la AFI y colaboraban poniendo plata y a nosotros nos daban mate cocido con galletitas dulces y saladas, algo organizado por todos los padres y entre ellos los de Milei», recordó Gabriel Bonomi.
«El padre tenía colectivos en la línea 21 y nos daba pases libres para viajar, por lo menos en mi caso. Buena gente y siempre iban al Poli (recinto deportivo de Chacarita) a ver los partidos. Iban la mamá, el papá y la hermana», agregó Corsaro.
Hoy, Javier Milei no tiene vínculo con sus padres y reniega de ellos.
«¡Ché! Ese es el Loco Milei»
Todos los compañeros de camarín de Javier Milei se sorprendieron cuando lo vieron cuatro décadas después hablando de política y economía en televisión. Sabían que estudiaba, pero llegar a ser candidato a la presidencia son palabras mayores.
«No recuerdo haber hablado de economía con él jamás, nunca. Yo pensé que él iba a seguir en Chacarita. Sé que estudiaba, nunca aclaró qué, pero no solíamos decir. Teníamos compañeros que eran bailarines clásicos y nos enteramos de grande, a los 40 años. No lo podían contar porque jugaban en Chacarita. No solíamos hablar de qué íbamos a estudiar, no lo recuerdo. Éramos chicos, en esa etapa tal vez no teníamos bien claro qué íbamos a seguir, porque tampoco sabíamos que podía pasar en el club», explica Bonomi.
Milei tenía seguidores en el fútbol, tal como en la política. «Nadie puede decir nada malo de Javier Milei porque fue intachable. No recuerdo que se comiera un gol o que perdiéramos un partido por su culpa”, agregó Eduardo Grecco, uno de los entrenadores que lo dirigió, al mismo tiempo que gran parte de sus ex compañeros le manifestaban su abierto apoyo: «Por lo menos a este loco lo conocemos».