Con la responsabilidad de liderar la formación de nuevas generaciones, Alberto López-Hermida no puede dejar de recordarse a sí mismo cuando comenzó la carrera de Periodismo en la Universidad de Los Andes. Con más de una inquietud, ya en segundo año empezó a tomar ramos de filosofía, lo que a la larga le permitiría salir con dos diplomas.

Pero como ocurre con todo periodista, fue en la primera práctica profesional donde puso a prueba la realidad. Hoy mira cómo los estudiantes de la Finis Terrae se preparan para el mismo proceso y vuelve a verse a sí mismo en el diario La Segunda, en el 2001, cuando le pidieron que hiciera su primera nota.

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“La editora de política y sociedad había sido profesora mía en la universidad y decía públicamente que yo escribía muy, muy bien. Entonces, cuando me enviaron a reportear en mi segundo día de práctica, me dijo: Mira, tú escribes muy bien. Ten la libertad de escribir como tú quieras. A lo Truman Capote, pensé. Fui a reportear algo tremendamente menor, alguna declaración de algún ministro del momento del gobierno del Presidente Ricardo Lagos y comencé una crónica brevísima con algo como “El sol caía sobre…”. Lo recibió la subeditora, María José Gómez, y me dio con todo. ¡Qué es esto! ¡No se empieza así en La Segunda! ¡Qué es esto!”, detalla.

–¿Ahí se acabó la práctica o hubo revancha?
–A los días me llamó el editor del diario y me dijo que me tenía que ir al sur. En esa época había violencia como la que ya conocemos. Me dijo: ‘Quiero que hagas tres reportajes vivenciales, como los de Estados Unidos, sin cuñas, nada‘.

–¿Truman Capote de nuevo? ¿Qué hiciste?
–Estuve varios días en la zona. Pasé algunos días en Temuco averiguando de la Conadi, la entrega de terrenos etcétera. Era un niño de 22 años. Una señora que la Conadi le había entregado tierras me lanzó el titular: “Pasamos de ser pobres a ser pobres con tierras”, uno de los primeros titulares de la Conadi. Después me fui a la comunidad, una de las más violentas, Temucuicui. Esto fue el año 2001, o sea 21 años atrás, e igual que a la ministra Siches, me sacaron a balazos, con balazos al aire.

–Igual te faltaban más reportajes
–Entonces decidí ir a la segunda comunidad que más salía en la prensa, que era la comunidad Domingo Trangol, dirigida por el mismísimo Domingo Trangol. Llego y veo que se aproximan dos sujetos. Alcanzo a llamar a mi mamá, en esos celulares Nokia inmensos antiguos, y alcanzo a decirle que estaba en la comunidad Domingo Trangol. Ahí me lo quitan y me llevan vendado al granero donde estaban otros hombres de la comunidad. Ellos pensaban que era un infiltrado de la CIA. Yo dije cómo, porque es un dolor mío no saber nada de inglés. Quizás engañe mi aspecto, pero para nada, soy un simple periodista en práctica. Y ahí empezó un dialogo que finalmente se transformó en una suerte de conversación. Me incorporé y estuve unos cuantos días con ellos.

–¿Pudiste reportear?
Ahí pude, en primera persona, ver cómo se ejecutaban ciertos atentados. En esa época era la quema de camiones. Fui testigo de las instrucciones que daban razón de que existía cierta formación de parte de las autoridades de ahí. Les decían que se aproximaran al camión, que rompieran los focos con estos palos, después romper el parabrisas y que le salpique el vidrio al camionero. Después bajan al camionero, golpéenlo, pero no lo maten. Eran muchas instrucciones, etapa por etapa. Entonces me tocó ir a muchos de esos atentados, sin percatarme o haciendo vista gorda. En ese sentido, teniendo a la prensa de su lado, los carabineros no podían actuar como ellos quisieran. Ahí terminé con una linda ceremonia donde fui nombrado peñi. Seguramente, cuando salió publicada la noticia, dejé de ser peñi. Bueno ahí salió publicada esta institución, no sé si paramilitar, pero claramente era como una formación demasiado estructurada de cómo ejecutar los atentados.

–Falta un reportaje en la lista.
–Y la tercera etapa fue la del retén de Victoria, donde estuve con los carabineros. Ahí el titular fue “A veces nos gustaría sacarles la cresta”. Eso generó bastante revuelo porque llamó el director general de Carabineros diciendo que un carabinero jamás diría eso. Pero claro, lo que querían decir era que la prensa impedía que ellos pudieran responder a los ataques de forma más contundente. Esa fue mi experiencia después del primer reporteo fallido, esa fue mi experiencia de ese verano. Fue bastante potente la verdad.

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